Vida del padre maestro Juan de Ávila
Legimi
Esta Vida del padre maestro Juan de Ávila escrita por fray Luis de Granada estuvo muy influido por el místico Juan de Ávila, cuya vida aquí se recoge, y ello levantó las sospechas de la Inquisición. Fragmento de la obra Aquel solícito padre de familias que a todas las horas del día anda cogiendo obreros para cultivar su viña, jamás deja pasar edad alguna que no despierte algunos muy señalados obreros, que con su trabajo e industria ayuden a esta labor. Entre los cuales fue Él servido de llamar este nuevo obrero, cuya vida comenzamos a escribir para gloria del mismo padre de las familias y de este obrero que Él escogió, suplicando al mismo padre que, pues este siervo suyo; pues es justo que sea glorificado en la tierra el que tanto procuró todo el tiempo que vivió glorificar al que reina en el cielo. Y aunque va poco en saber el origen de los padres que los siervos de Dios tuvieron en la tierra, pues tienen a Dios por padre en el cielo, todavía se suele esto escribir para gloria de la tierra que este fruto produjo, y de los padres que lo engendraron. Fue, pues, este siervo de Dios natural de Almodóvar del Campo, que es en el arzobispado de Toledo. Sus padres eran de los más honrados y ricos de este lugar y, lo que más es, temerosos de Dios; porque tales habían de ser los que tal planta habían de producir; y no tuvieron más que solo este hijo. Siendo él mozo de edad de catorce años, le envió su padre a Salamanca a estudiar Leyes, y poco tiempo después de haberlas comenzado le hizo Nuestro Señor merced de llamarle con un muy particular llamamiento. Y, dejado el estudio de las Leyes, volvió a casa de sus padres; y como persona ya tocada de Dios, les pidió que le dejasen estar en un aposento apartado de la casa, y así se hizo, porque era extraño el amor que le tenían. En este aposento tenía una celda muy pequeña y muy pobre, donde comenzó a hacer penitencia y vida muy áspera. Su cama era sobre unos sarmientos, y la comida era de mucha penitencia, añadiendo a esto cilicio y disciplinas. Los padres sentían esto tiernamente; mas no le contradecían, considerando, como temerosos de Dios, las mercedes que en esto les hacía. Perseveró en este modo de vida casi tres años. Confesábase muy a menudo, y su devoción comenzó por el Santísimo Sacramento, y así estaba muchas horas delante de él; y de ver esto, y la reverencia con que comulgaba, fueron muy edificados así los clérigos como la gente del lugar. Pasando por allí un religioso de la Orden de San Francisco, y maravillado de tanta virtud en tal edad, aconsejó a él y a sus padres que lo enviasen a estudiar a Alcalá, porque con sus letras pudiese servir mejor a Nuestro Señor en su Iglesia y así se hizo.
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