Las impuras
Legimi
En Las impurasMiguel de Carrión esboza un cuadro de la vida galante habanera en su tercer lustro de existencia republicana con inferencias que penetran asaz hondamente el substrato de la impresión superficial. Hay atisbos que evocan la Naná de Zola y las Escenas de la vida bohemia de Murger, pero se adivinan las repercusiones de la promiscuidad de los estudiantes con elementos del hampa y la prostitución. En efecto, no cabe duda de que las consecuencias de este temprano contacto con un medio crapuloso, por falta de casas adecuadas o dormitorios universitarios habrían de manifestarse más tarde en esos futuros profesionales llegados del campo. Su prematuro involucramiento en la política, por aquel entonces ya corrompida hasta el tuétano, con ausencia total de un partido sano o de ideología bien definida, debió afectar, asimismo, la mentalidad de aquellos jóvenes, muchos de los cuales estaban llamados a dirigir el país. Una cosa es el ambiente de las grandes ciudades universitarias europeas y muy otra el relajamiento moral que conocían nuestros estudiantes, contaminados del derrotismo oportunista que se había adueñado de sus padres tras la frustración inicial de la república. Como sucede en las novelas de Carlos Loveira y Cabrera, la identidad entre algunos protagonistas y conocidas personalidades reales es claramente perceptible. Entre ellas se destaca la extravagante cortesana Carmela, derrochadora impenitente «que había sido casada y tenía, antes de entrar de lleno en el torbellino de la vida galante, cierto refinamiento de modales y de gustos». Son asimismo significativas estas otras palabras de Carrión: «En La Habana es difícil que una mujer galante pueda vivir de las liberalidades de un solo hombre. Nuestros ricos son tacaños, como si conservaran todavía en esto la tradición de sus venerables antepasados, los tenderos y los almacenistas de tasajo, que a duras penas amasaron sus fortunas. La gran riqueza patrimonial no existe ya, y la de los políticos, enriquecidos por el fraude es demasiado reciente para que pueda pesar en un balance de nuestras costumbres nacionales». Marcelo Pogolotti
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