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Antiguamente ser hombre era algo muy simple. Usted aprendía dos cosas desde temprano: a luchar para defenderse y a cazar para alimentarse. A quien hacía eso muy bien, le iba muy bien. Y se llevaba a la muchacha a casa.Ese era el criterio básico para cuando el padre consideraba a un muchacho para que se casara con su hija. Y para ella también. En muchos casos, el amor era secundario. No se escuchaba a las mujeres detallando una larga lista de atributos que querían que tuviera el futuro marido: "Él tiene que ser cariñoso, tener buen humor, le tiene que gustar pasear,tiene que ser romántico, atento, tiene que oler bien, amar a los animales, aceptarme como soy, alzarme en sus brazos cuando esté cansada, notar cuando yo haga cambios en mi pelo, tiene que ser sensible, tener buena conversación, ser amigo, vestirse bien…" Nada de eso. La única preocupación era: "¿Puedes y estás listo para protegerme con tu vida? ¿Puedes sustentarme tan bien o mejor que mi padre? Entonces pon un anillo aquí…" Así de simple. Ser hombre en el siglo XXI ya es otra historia. El mundo cambió. Las mujeres cambiaron. Y muchos hombres aún están con la mente en el pasado. El resultado de eso está ahí para ser visto en 3D: hombres Desplazados, Desprevenidos,Desacreditados.
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