Esa maldita pared

Esa maldita pared

Legimi

La segunda oportunidad de Flako, el butronero apodado "el Robin Hood de Vallecas" y acusado de haber perpetrado siete atracos , llegó con el cine y la literatura... Todo el mundo tiene un don: el de Flako fue durante muchos años aprender a moverse como un fantasma por las cloacas de Madrid, donde excavaba butrones para atracar bancos. La prensa lo bautizó como el Robin Hood de Vallecas. Todo el mundo tiene una maldición: a Flako lo detuvieron el mismo día que nació su hijo. La policía lo acusó de siete atracos. Cumplió condena por dos. Todo el mundo tiene una segunda oportunidad. La de Flako llegó en forma de cine y literatura. En la cárcel comenzó una relación epistolar con el director de cine Elías León Siminiani. De aquellas cartas nació una amistad que desembocaría en la película documental Apuntes para una película de atracos (nominada a los premios Goya en la categoría de mejor documental). Animado por Elías y por los libros que este le regalaba (Edward Bunker; el Lute; Sergiusz Piasecki; Erick, el Belga), Flako comenzó a escribir sus memorias en la celda de la prisión de Estremera. Escribía con rabia, pero también con ternura, una prodigiosa atención por el detalle, un don innato por la metáfora sorprendente y la honestidad brutal de una confesión a quemarropa. Descubre las memorias apasionantes de Flako, un famoso ladrón que se reconvirtió después del nacimiento de su hijo. Un libro de confesiones lleno de rabia, de ternura, de atención por el detalle, de metáforas y de honestad. FRAGMENTO Me gustaba esconderme debajo de las mesas camilla cubiertas por ganchillo que caía por los lados como faldas. Era la época del programa ¿Quién sabe dónde? Lo presentaba Paco Lobatón. Una vez mi familia paterna movilizó a toda la urbanización para buscarme. Me gustaba tirarme con el monopatín por la cuesta de Moyano. Mi madre se asustaba al ver que iba a salir disparado directamente a la carretera. Me gustaba disparar la pistola: me enseñó mi padre cuando tenía seis años. Íbamos con la furgoneta, nos metimos por un camino de arena y llegamos a una explanada. Sacó la pistola, la montó y me ayudó a agarrarla. Cuando apreté el gatillo noté un retroceso que me hizo levantar los brazos. Me gustaba quemar cosas. En la aldea de Ávila mi primo Bubu, un amigo y yo quemamos un prado con zotal líquido. Estábamos jugando, pero la situación se nos fue de las manos y acabamos medio intoxicados y movilizando a todo el pueblo. Me gustaba una chica muy especial, Yanira, que ahora es policía nacional. Me gustaba jugar a polis y ladrones. LO QUE PIENSA LA CRITICA Desde la reinserción, Flako [...] nos cuenta una historia apasionante por distinta a las nuestras, y dolorosa por todo lo que conlleva estar fuera de la ley y de la sociedad. - Guillermo Arena, El País El mítico butronero madrileño, apodado 'el Robin Hood de Vallecas', publica sus memorias Esa maldita pared (Libros del K.O) y sube al podio de la crónica negra nacional. - Kiko Amat, El periodico La narración funciona a la perfección por la alternancia de los momentos narrados. Aunque pueda parecer que el texto sigue un orden cronológico, a lo largo de toda la historia encontraremos constantes saltos al pasado y al presente, entremezclando la infancia de Flako y la explicación de cómo llegó a ser butronero con su estancia en prisión. - Leer sin prisa SOBRE EL AUTOR Flako comenzó a escribir en la cárcel mientras cumplía siete años de condena por dos atracos a bancos realizados mediante la técnica del butrón por alcantarilla. Le gustaba verse a sí mismo como una versión moderna de los bandidos de las novelas de Sergiusz Piasecki o las canciones de Los Chichos. Ahora es un trabajador mileurista que jura que no volverá a caminar como un fantasma por las cloacas de Madrid, y nosotros le creemos: ¡lo que un padre no haga por su hijo!

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