El árbol ausente
Legimi
Catherine François narra en El árbol ausente experiencias de su niñez, transcurrida en la periferia parisina durante los primeros años sesenta. «Memoria de un tiempo y un lugar en los que todo son signos», dice Santiago Auserón en el prólogo. Fascinada por el poder sugestivo y el sentido ambiguo de las palabras, en la frontera donde la geometría repetitiva de la ciudad se encuentra con el entorno natural convertido en terreno baldío, la niña del relato y su grupo de amigos nos devuelven a la intriga de esas situaciones, inocentes en apariencia, en que se empieza a construir la trama de las significaciones, con su misteriosa relación entre presencias y ausencias, entre sonidos y silencios. A través de escenas cautivadoras, en las que lo que apenas puede ser nombrado se revela con sorprendente claridad, por medio de ideas en germen y sensaciones veloces que el lector reconoce como parte de una memoria común, este libro consigue transmitir la emoción del pensamiento incipiente que se enfrenta a la complejidad del mundo. Su prosa alcanza dimensión lírica en la tarea de preservar para la edad adulta la aventura del aprendizaje. Una narrativa conmovedora llena de la inonciencia de la infiancia EXTRACTO No recuerdo el lugar donde vivía antes de llegar a la colonia de Campo Redondo. El día de la mudanza, el vigilante nos explicó que el nombre venía de la forma de los campos sobre los que había sido edificada. Añadió que en otros tiempos los campesinos de la región dejaban pacer a su buey atado a una estaca, de modo que el recorrido del animal delimitaba sus propiedades. Al principio el nombre me pareció extraño. Lo pronunciaba de un tirón, sin detenerme a imaginar un campo redondo. Lo ensayaba en diferentes tonos, como si fuera un cuerpo desnudo al que tuviera que vestir con varios trajes antes de encontrar el que mejor le sentaba. Lo cantaba con el soniquete de dar la vez en los juegos, imitando tanto la voz de los payasos como la declamación de los cantantes de ópera, y el nombre, al escapar de mi boca, tomaba la forma inaudita y cambiante de una nube. LO QUE DICE LA CRÍTICA A través de la escritura, François rehace hacia atrás el camino del aprendizaje de las palabras. Entre capítulo y capítulo, sorprende la complicidad de la autora con la narradora, así como escuchar a niños que hablan como "filósofos" - Amelia Castilla, El País Quizás estemos hablando de historias más sencillas, de una brevedad casi lírica, pero que tras su lectura dejan un poso, un regusto a tiempo bien aprovechado. - Alex Oviedo, Pérgola SOBRE LA AUTORA (París, 1953) Catherine François estudió Letras Francesas en la Universidad de La Sorbona. En 1973 empieza a viajar a España y a visitar Madrid asistiendo a la eclosión cultural de la transición, el ambiente de la vanguardia madrileña, en torno a la galería de arte Buades, y publica sus primeros artículos en revistas como Humo, Artefacto, Diwan, Número y Comercial de la Pintura. En 1985 se interesa por la poesía y el pensamiento de China antigua. Desarrolla estudios de chino contemporáneo que más tarde completa en el Instituto de Idiomas de la Universidad Complutense de Madrid, e investiga las leyendas en torno al Río Amarillo y sus afluentes. Ha publicado La ciudad infinita, Caminos bajo el agua y L'arbre absent. Su último libro, Los reyes poetas, es una pieza dramática sobre Al-Mutasim, rey poeta de Almería en el siglo XI, y Al-Mutamid, rey de Sevilla en el siglo XI.
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