William Shakespeare. Cuatro tragedias
Legimi
Ricardo III narra la historia del último monarca de la casa de York, Ricardo de Glou- cester, quien ocupó el trono de Inglaterra durante el breve período que va de 1483 hasta su muerte, en el marco de la Guerra de las Dos Rosas, en 1485. El personaje, despótico, ambicioso, corrupto, vil y artero, terminará siendo uno de los más célebres de toda su producción; ya que, en su insaciable avidez por el poder, resulta intemporal, eterno. Pero no son solo su maldad ilimitada y su codicia las responsables de que el protagonista de esta obra haya trascendido tan largamente; también debemos prestar atención al uso que hace de la palabra, a sus largos parlamentos, en los que medita sobre el poder y sobre la mentira, sobre la política y los sacrificios que esta implica. El rey Juan relata el conflicto de sucesión que tuvo lugar en Inglaterra luego de que el rey Ricardo Corazón de León muriera en 1199 sin dejar una descendencia legítima. Como su hermano Godofredo también había fallecido, era a su pequeño hijo Arturo a quien correspondía la corona. Sin embargo, y aprovechando la juventud del heredero, el hermano menor de Ricardo I, Juan, reclamó el trono para sí y desató con su coronación la guerra y los conflictos que Shakespeare ficciona con magistral mano en la obra que presenta este libro. El rey Juan I de Inglaterra, que pasó a la historia como Juan sin Tierra, dada su escasa aceptación como monarca, ocupará el trono hasta 1216, año en el que lo sucederá su hijo Enrique III, de tan solo nueve años de edad. Shakespeare sitúa la acción de la obra en 1206, cuando el joven aspirante al trono, Arturo, tenía dieciséis años. Hamlet, príncipe de Dinamarca. Se cree que la inspiración histórica y documental para su obra, Shakespeare la obtiene de un texto escrito por un historiador del siglo XII llamado Saxo Grammaticus. Allí se relata la historia de Hammlet, un príncipe danés marcado por la desventura. En esta obra, Shakespeare despliega lo mejor de sus habilidades como dramaturgo, presentándonos constantes cambios de ritmo, de intensidad dramática y hasta intromisiones humorísticas. Además, la pieza consigue adentrarse hasta lo más profundo de la naturaleza humana. Hamlet, además de ser uno de los personajes más célebres de la cultura occidental, se ha convertido en un arquetipo, el del hombre aquejado por sus dilemas, por sus contradicciones, el del hombre puesto entre el deber y el deseo, entre la venganza y el perdón, entre la trabajosa e inclemente tarea de pensar y la necesaria y por momentos dolorosa esfera de la acción. El rey Lear. Se presume que fue un rey anterior a la fundación de Roma, aproximadamente del siglo VIII a. C. Pese a que la historia aparece en varias culturas distintas, siempre con pequeñas pero sustanciales variantes, es posible que Shakespeare la haya recibido de la obra de Godofredo de Monmouth (el clérigo e historiador encargado de darle forma a muchas de las historias del ciclo artúrico), Historia Regum Britanniae. La obra tiene lugar en un contexto británico, pero plenamente céltico, casi mítico, y aborda temáticas de suma importancia, no solo del ámbito individual (como la vejez y la locura), sino también del social (el poder, los lazos filiales y fraternales). Shakespeare articula dos historias que funcionan paralelamente, la del rey Lear y sus hijas, algunas ingratas, otra tratada injustamente; y la de Gloucester, su hijo legítimo y su hijo natural, una historia de traición y venganza. En ambas historias el común denominador es el dolor de los padres, la tristeza de la vejez y la demencia.
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