Metrópolis
Legimi
Un relato futurista bajo la sombra del nazismo Mediador entre la “mente que crea y las manos que construyen”, Freder, único y amado hijo del Señor de Metrópolis, es el “corazón” que siente y sufre por los habitantes de la tecnológica Babel del futuro que viven al servicio de las máquinas. Rechazando la violencia de una revolución social, Freder, con la ayuda de María, “Virgen” y “Madre “, ofrece a una humanidad aniquilada por el trabajo y la fatiga la posibilidad de una rescate que les permita volver a la originaria armonía entre el hombre y la naturaleza y entre el individuo y la sociedad. Publicada en 1927, Metrópolis, la novela de Thea von Harbou, guionista de algunas de las películas más importantes del cine alemán de los años veinte y treinta, nace como una adaptación del guión que la propia autora había preparado para la homónima película de Fritz Lang. Incluso en su natural proximidad con el tema original y la obra maestra del director vienés, la novela de von Harbou se presenta, sin embargo, como un obra autónoma, caracterizada por una escritura visionaria, vibrante y a menudo fabulística que logra captar los aspectos más devastadores de la moderna sociedad industrial. Una novela distópica de la famosa Thea von Harbou para todos los aficionados del género SOBRE LA AUTORA Thea von Harbou nace el 27 de diciembre de 1888 en Baviera, en el seno de una familia noble germano-danesa venida a menos. Después de dedicarse a la carrera de actriz, decide finalmente entregarse a la literatura convirtiéndose, al final de la Primera Guerra Mundial, en una autora muy popular. En los años veinte comenza su intensa actividad cinematográfica, colabora con los más importantes directores alemanes de la época como Murnau, Dreyer o von Gerlach. En 1922 se casa con Fritz Lang con el que firma, entre otros, los guiones de Metrópolis (1926), M, el vampiro de Düsseldorf (1931) y El testamento del Dr. Mabuse (1933). En 1932 se afilia al Partido nacionalsocialista convirtiéndose en una de las figuras más representativas de la industria cinematográfica del Tercer Reich. Muere en Berlín en 1954. EXTRACTO El estruendo del gran órgano se elevó como un intenso rugido hacia la cúpula. Su fuerza titánica redoblaba en la bóveda como queriendo romperla en mil pedazos y huir al infinito. Freder echó la cabeza hacia atrás; sus ojos, desorbitados y enardecidos, miraban sin ver hacia lo alto. Sus manos ordenaban aquel caos de notas y creaban música, luchaban con la vibración del sonido que se agitaba hasta lo más profundo de su ser. Nunca había estado tan cerca de las lágrimas en su vida, y ahora, dichoso e impotente, se abandonó a aquella neblina brillante que le aturdía.
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